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Edmund Phelps, Premio Nobel de Economía
Legado de su visita a Buenos Aires
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Edmund Phelps, Premio Nobel de Economía Legado de su visita a Buenos Aires |
Por José María Dagnino Pastore (*) |
Poco
antes de las vacaciones, organizado por la Bolsa de Comercio
de Buenos Aires y las Universidades de Buenos Aires y de
Columbia – donde es Profesor -, visitó Buenos Aires Edmund
S. Phelps, Premio Nóbel (2006) de Economía. De reuniones públicas
y privadas con el Profesor Phelps pude formarme una idea del
núcleo de su visión sobre las sorpresas que han conmovido
el mundo en los últimos tiempos. Antes
de entrar en tema, un proviso:
la fuerza de las vivencias hace que sobre-valoremos los
tiempos presentes atribuyéndoles una relevancia histórica
mayor que la que en definitiva resultan tener. Pero hoy es un
hecho la nueva revolución tecnológica que permea a todos
los ámbitos de la sociedad, transforma nuestra vida
cotidiana y nos lleva a auto-redefinirnos. Y son hechos el
Brexit, Trump, los movimientos contestatarios en Europa, las
fallas de las encuestas y los despistes de los medios. Síntomas
de un malestar de fondo, por lo menos en Occidente. ¿Señales
de un cambio profundo? También
sorprende que la reacción de los sectores afectados sean más
justificaciones y ataques que una revisión a fondo (y mea
culpa) de las causas hondas del clamor por cambios. Es a
esta revisión donde la visión de Phelps contribuye. Mi
interpretación de ella encaja en la dinámica de los cambios
en las sociedades que Mancur Olson[1]
bosquejó a principios del milenio. A saber. Una vez
instalado un “régimen”, se forman relaciones e intereses
entre la clase dirigente (políticos, funcionarios,
empresarios, sindicalistas, medios, etc.) que se van
consolidando con el paso del tiempo, se “establecen”.
Este establishment
dirigente va perdiendo percepción de los cambios reales y de
los deseos sentidos por la gente. A veces con aumento de la
desigualdad[2]
y de la movilidad social. En
unos casos, el sistema se adapta, e incorpora los reclamos
por caminos habituales. Pero si el descontento no encuentra
respuesta en ellos, se acrecienta y busca rutas para
cambiarlo. Ejemplos
(sin llegar a fracturas como la Revolución Francesa o Rusa).
En Inglaterra, los tories y los wighs no
percibieron los cambios y surgió el Laborismo. En Uruguay
los blancos y colorados no se adaptaron a tiempo y apareció
el Frente Amplio. En casa, conservadores y radicales fallaron
en su escucha y emergió el Peronismo. En
mi experiencia, las fallas de gestión (la política también
lo es) se originan, más que en errores en lo hecho, en lo
no-hecho (p.e.: IBM y las computadoras personales). Y el
no-hacer suele provenir de nuevas dimensiones no captadas o
rechazadas, por resistencias conscientes o subconscientes al
cambio. Un clásico en la gestión empresaria: la resistencia
de los ejecutivos a sugerencias de directores externos, a
menudo percibidas más como críticas que como aportes. ¿Cómo
es que descontentos y reclamos tan dispares, xenofobias y
resentimientos, de derecha y de izquierda, de empresarios y
de obreros, etc., se expresan y fusionan en movimientos que
llegan a ser mayorías? ¿Cuál es el elemento común que
prima por sobre sus diferencias? ¿Cuál es esa nueva dimensión
que irrumpe y desplaza la hegemonía de las anteriores? En
mi traducción de la visión Phelps, se la puede llamar
“hartazgo de los abusos del poder”, en sus distintas
manifestaciones. Pero
¿Por qué este hartazgo se manifiesta casi de golpe y con
tanta intensidad? Se trata de realidades y de percepciones. Realidades:
las crecientes (aunque graduales) molestias en la vida
cotidiana y el acotamiento de las expectativas de la gente. La
costosa omnipresencia del Estado, según Phelps en aumento en
Estados Unidos desde los 1960s, condicionante de la actividad
privada y expresada en reglamentarismos minuciosos. En
Europa, el dispendio e ineficacia (vgr.:
no prevenir la crisis griega) de la Unión Europea. La
concentración empresaria (hoy global), incluso en los
medios, que dificulta la “entrada” en vastos sectores de
la economía, con efectos ocupacionales – menos
emprendedores, menos “sueños americanos” realizados -. Más
los efectos regresivos sobre la distribución de los ingresos
desde los 1980s. Percepciones:
el mayor acceso de la gente a la información, alguna antes
inaccesible, y capacidad de cuestionamento[3]
desde la propagación de las redes sociales, con el explosivo
desarrollo de la comunicación horizontal. Esto
último, causa importante no sólo de las sorpresas para
encuestadores, medios y políticos, sino de su sustrato de
humor social. Phelps
rastrea los efectos, no sólo económicos, de la intervención
estatal excesiva y de la “corporización” de la actividad
empresaria. Identifica como un perjuicio mayor los retrasos
que provocan en la aplicación de innovaciones (más allá de
las TICS) desde las bases y en el “florecimiento en masa”[4].
Esto último significa trabajo significativo, auto-expresión,
crecimiento; los valores tradicionales de la realización
personal en Estados Unidos. Ahora
bien, la identificación de una nueva dimensión, común en
los dispares descontentos
de los movimientos de protestas que llegan a sumar mayoría,
ayuda a diseñar un eje central de acciones a emprender. Pero
quedan fuera reclamos diferentes, a veces contrapuestos (ver
las coincidencias y discrepancias entre Trump y Sanders). Las
propuestas de Phelps en concordancia con su diagnóstico, no
apuntan a sustituir el sistema político y económico que
condujo desde principios de los 1800s al mayor progreso en la
historia de la humanidad[5],
sino a restablecer dos de sus pilares. Límites al
intervencionismo estatal y a la monopolización (u
oligopolización) de las actividades empresarias – en suma:
a los poderes concentrados. Tal
mi síntesis de la visión amplia de Phelps, expuesta en 2013
y alimentada por las sorpresas posteriores que el mundo deparó,
con un horizonte de mediano plazo. En
el corto plazo, buena parte de los movimientos de protesta
buscan liderazgos personales (Le Pen, Iglesias) – quizás
como forma inicial para librarse a los regímenes vigentes
–y abogan por más (aunque diferente) acción del Estado.
En
las puertas del largo plazo nos esperan la robotización y
otras tecnologías sustitutivas de la mano de obra, la
defensa de la vida en el planeta, y más lejos, el
estancamiento de la población mundial. Y las sorpresas.
Aumento del rol de los bienes públicos.
Sólo
algunas de las Horcas Caudinas que deben atravesar las
loables propuestas de Phelps.
(*)
José María Dagnino Pastore, CPN
y Dr. C. Econ., UNLP; MA Econ, U. California; PhD Econ,
Harvard U.- Docente, investigador, director, decano y
consejero de universidades e institutos (UNLP, BA,
Harvard, UCA, Di Tella, FIEL); recibió premios; escribió
libros (último: Manifiesto Desarrollista) y 80
trabajos publicados en 4 idiomas y 20 países.- Ministro
de Economía [ME], PBA; Secretario del CONADE; ME de la
Nación (2 veces); Embajador en Europa; Gobernador del
BID, BM y FMI, cuya 25ª Asamblea presidió; fue
condecorado.- Fundador, asesor, director y presidente de
bancos y empresas; consultor de países LA e instituciones
internacionales.- Miembro de: la Academia Nacional de C.
Econ. (presidió); el Diálogo Interamericano, Comités
Ejecutivos (CARI; Fundación de la Bolsa de Comercio de
BA; preside), y de Consejos (UCA, FIEL, IAEF, F. Libertad
y Progreso).- [1]
Olson, Mancur (2000) Power
and Prosperity. Outgrowing Communist and Capitalist
Dictatorships, Basic Books. En
español (2001) Poder y prosperidad. Siglo
veintiuno de Argentina Editores. [2]Que
explica por qué el libro de Picketty[Thomas (2013) Le
Capital au XXIe siècle, Éditions du Seuil. En
español (2014) El capital en el Siglo XXI, Fondo
de Cultura Económica, México] fue un best
selleren Estados Unidos. [3]
Nun, José (2017) “La posverdad marca el fin de una época”,
La Nación, 28 de Febrero. [4]
Phelps, Edmund S. (2013) Mass
Flourishing. How Grassroot Innovation created Jobs,
Challenge and Change. Princeton.
Elegido como “libro del año” por varias revistas y
editoriales. [5]
La referencia obligada es Acemoglu, Darin y Robinson,
James A. (2012) Why
Nations Fail. Crown, New York, NY. En español: Por
qué fracasan los países (2013), Ariel.
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